Bien temprano, en nuestro sexto día de viaje pusimos rumbo hacia la Acrópolis. Compramos la entrada combinada que, durante cinco días, da acceso a los lugares de mayor interés turístico de Atenas: Templo de Zeus, Ágora Antigua, Ágora Romana, Biblioteca de Adriano y Acrópolis. El precio es de 30 euros y ¡merece la pena!
La mañana la dedicamos en nuestra totalidad a visitar la Acrópolis que es espectacular. No contratamos guía y tardamos aproximadamente tres horas en ver todo el conjunto: teatro de Dionisio, Partenón, Templo de Atenea Niké, Erecteión… Os dejo algunas fotos ya que esto es casi indescriptible con palabras:
Mientras caminábamos sobre el suelo empedrado de verdad podíamos sentir la grandeza de todas las generaciones que habían pasado por ese mismo lugar. Desde los constructores, hasta los diferentes ciudadanos griegos de las diferentes épocas, incluyendo también a los turistas y a la multitud de investigadores que a lo largo de la historia han pasado por la zona. Este conjunto monumental alberga historia, cultura, conflictos bélicos, seguro que alguna historia de amor, fe, patria y un sinfín de sentimientos que se transmiten a través de cada piedra.
No nos hubiéramos ido nunca del lugar, si no fuera por las hordas de turistas que llegaron (seguramente provenientes de cruceros) y porque el hambre apretaba. Comimos en el restaurante Liondi (moussaka, giros, olivas griegas – yo no las probé, no las quería ni mirar – y dos chupitos de anís) por 30 euros. Está bastante bien y en una zona muy céntrica.
Para no perder la marcha continuamos paseando hasta el Ágora Antigua, que, aunque no está tan bien conservada como la Acrópolis, impresiona enormemente. Además, su ubicación en pleno corazón de Atenas crea una fusión armónica entre la ciudad moderna y la ciudad antigua.
Nuestro paseo continuó por Monasteriki, donde muchos grupos de jóvenes se congregan cada día para charlar. Hay música y bullicio y la zona está llena de comercios. Puesto que el domingo teníamos que madrugar bastante y habíamos comido en abundancia, decidimos pecar un poco y darnos el gusto de cenar un crepe de plátano, chocolate y coco y un gobre de yougur griego con miel. ¡Un espectáculo! Esto lo tomamos en el restaurante Oiwvo’s que tiene una terraza con estufas y sofas de lo más acogedora.
Mil besos!