Enamórate de Yangshuo. PARTE 2

El sábado amanecimos muy temprano para tomar un taxi que nos llevaría a las terrazas de arroz. El camino fue largo, casi cuatro horas pero la visita mereció la pena. Llegamos a Ping’ an, un pequeño pueblo donde las mujeres lucen largas cabelleras recogidas en unos particulares moños y en el que los habitantes se han apuntado al carro del turismo. A pesar de ello, el paraje y las vistas son espectaculares.

Para llegar a lo más alto tomamos un teleférico  que nos iba desvelando poco a poco un escenario de película. Una vez llegamos a la cima el paisaje quitaba el hipo. A todo nuestro alrededor podíamos contemplar las terrazas en pleno esplendor, de un color verde vivo, un matiz refrescante para los calurosos días de agosto.

En la cumbre se pueden encontrar pequeños puestecitos de comida: mazorcas de maíz, boniatos, pinchitos varios de carne, que no dudamos en probar, a pesar de que nos aguardaba una rica comida al bajar.

 

El descenso fue fantástico, todo el camino está muy bien señalizado; el aire es muy puro y nos ayudó a descongestionarnos de la contaminación de Pekín.

Y como comentaba nuestro magnífico taxista, David, nos llevó a un restaurante exquisito y súper barato. Comimos arroz en caña de bambú y un revuelto de setas espectacular. Nos dejamos recomendar por él y fue un acierto.

El domingo ya fue nuestro último día en esta aldea de ensueño. Teníamos muchas ganas de hacer diferentes actividades así que Abel y yo cogimos una canoa de bambú para dar un paseo por el río Li. ¡Espectacular y súper relajante! Mis papis que son muy de bici optaron por hacer la misma ruta que va al lado del río en la bici y su experiencia también fue muy buena. El precio del paseo en canoa de bambú es de 400 yuanes para 2 personas (aprox 50 euros). El precio del alquiler de bicis es de 15 yuanes por persona y día (2 euros) ¡inmejorable!

Pasear rodeado de naturaleza, con el suave sonido del agua, a la sombra de las montañas picudas y con esta corona de flores naturales súper ideal que compramos a una artesana. ¡Un viaje de ensueño!

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